20 de agosto 2020: De Finisterre a Santiago de Compostela

 

A mitad de la noche la perra nos avisó que llegaba un coche a acampar a nuestra vera y eso nos perturbó un poco el sueño, pero aun así dormimos plácidamente y comenzamos este nuevo día cargadas de energía!

El paseo matutino por la maravillosa playa no me lo quita nadie... sigue desierta y el poder disfrutar de este sitio tan mágico únicamente en compañía de la perra (y de algún animalico más..), sobrecoge. 

 




Estamos ya a 18 km de Fisterre, así que es lo primero que hacemos. El día luce con un sol radiante y una temperatura increíble, así que el faro está ya a tope de gente, lo que le resta encanto. Además, como sitio de gran importancia turística, está ya muy preparado, hasta con un hotel al lado del Faro, que no queremos pensar lo que valdrán las habitaciones... 

 


Un pequeño rebaño de cabras cuida del faro... y hiru las vigila para que no se canteen!!




 La ciudad tampoco nos ofrece mucho interés, únicamente su playa con barcos de pescadores tiene cierto encanto.

Esta va a ser nuestra última parada en Costa da Morte, para adentrarnos ya hacia el interior, camino de Santiago de Compostela, que bien merece una visita. Más tarde volveremos hacia la costa para visitar Cambados y Combarro.  


Llegamos a Santiago sobre las dos, hora perfecta para comer, así que echamos mano de Tripadvisor y tenemos suerte, al segundo intento, encontramos sitio: Restaurante O SENDEIRO y lo pongo en grande y en negrita porque ha sido uno de esos sitios en los que la comida se convierte en un espectáculo que te inunda todos los sentidos: vista, gusto, olfato y hasta oído! El restaurante tiene una terraza fantástica en un patio de tierra con parras ofreciendo una agradable sombra. Los perros son bienvenidos y los reciben con un bebedero lleno de agua fresquita. La atención es exquisita, son amables y encantadores y te dan todo tipo de explicaciones. La carta, a modo de cartel grande de bar, te ofrece auténticas delicias que son explicadas de tal manera por el metre que se te va haciendo la boca agua. Yo me decanto por unas zamburiñas y bonito de temporada y Gemma elige croquetas de chorizo y castañas, muy típicas de la zona, queso San Simón frito y bacalao. Todo bañado por un albariño recomendado por el metre. Todos los platos excelentes, producto de altísima calidad con una preparación exquisita, un diez. Yo pruebo las zamburiñas por primera vez en mi vida y me deleito con el intenso sabor de esa carne tierna y jugosa. El bonito de temporada servido casi crudo me hace perder el sentío... en fin, comida de esas que quedan marcadas en la memoria asociadas a un evento importante, como por ejemplo, un viaje. 






 

Para ir al casco histórico cogemos de nuevo el coche, ya que Gemma no puede andar mucho todavía, y tenemos la inmensa suerte de encontrar un sitio de aparcamiento a la entrada del casco. Eso sí, zona azul de pago: dos horas 1,05 €... los vascos tendrán que enseñarles algo a estos gallegos, no? 



 La plaza del Obradoiro nos impresiona por su grandiosidad y por su energía. Son decenas los peregrinos que tumbados o sentados aquí o allá dan gracias al Santo por haberles permitido llegar hasta allí. Hace años, cuando visité Santiago por primera vez, sentí esa inmensa energía en el pórtico principal de la puerta de la catedral que da a la plaza del Obradoiro, hoy en restauración. Hoy esta energía se esparce por toda la plaza... de verdad que me genera muchas emociones, no sé por qué...

Entramos por una puerta lateral, pero he de decir que me siento profundamente decepcionada... Mi recuerdo de la catedral De Santiago es magnífico, la entrada por la puerta principal y esa nave central regia, sobria, imponente... me dejaron un recuerdo imborrable. Esta vez la entrada es lateral y la iglesia está toda en reformas, así que hay andamios acá o acullá... se pierde toda la armonía y la sensación de grandiosidad...  siento una gran pena porque Gemma no pueda disfrutar de esta basílica en todo su esplendor.

Nos damos un paseo por el caso histórico. Santiago es una ciudad con un gran encanto, agradable de recorrer y con imágenes pictóricas en cada rincón. Es un placer pasear por sus calles y más con este tiempo maravilloso que hace hoy. 


 Después de comprar un par de souvenirs y tomarnos algo de beber para compensar ese terrible resecón que nos ha dejado la comida, decidimos coger rumbo al sur, concretamente a Campo Lameiro, donde están los famosos petroglifos. Antes nos vamos al centro comercial As Candelas para comprar comida para la perra, que este viaje está hambrienta y está acabando con todos los suministros!!

Paramos a pernoctar antes de llegar a Campo Lameiro, concretamente en Barro, en un parking que da acceso a unas cascadas y a una caminata paralela al río que conduce hasta su nacimiento.  El sitio es agradable y mañana promete un agradable paseo matutino en compañía de la perra. 


Ahora el cansancio nos embarga... 

Comentarios

Entradas populares de este blog

15 de agosto 2020: Ribadeo y playa de las catedrales

Redescubriendo nuestro país

14 de agosto 2020: camino Ribadeo